La paloma (2) - Noém

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Se despertaba inconcientemente en una calle de tierra fresca y húmeda.
Estaba viva, y había roto con todos los mitos, estaba comenzando una nueva vida, estaba comenzando, de nuevo. Empezó a moverse, y se dio cuenta de que sus alas le dolían, porque aunque le habían ayudado mucho para emprender ese viaje, el viento era muy fuerte y seguramente había caído en seco en el piso, lo que causó que haya estado inconciente. Fue entonces cuando apreció sus largas y preciosas alas, que estaban manchadas en sangre y tierra, pero ella estaba muy orgullosa de ellas.

Sintió un aleteo cerca de ella, lo cual le produjo un poco de miedo, ya que nunca había estado sola con un desconocido; movió lentamente su cuello para apreciar a esa criatura que había aterrizado ante ella.

Era nada más que otra paloma, pero esta tenía sus alas coloridas y largas, unos ojos imponentes, y un plumaje era más que bello, no recordaba haber visto algo así en su vida.

La paloma se acercó a ella y la levantó lentamente, cargándola en su espalda, y ella dolorida y un tanto shockeada, le costaba demasiado soltar palabra, hasta que el palomo de un golpe, saltó alto con una fuerza inmensa y la llevó a volar. Estaba simplemente maravillada, nunca había visto paisajes tan bellos, fue cuando conoció a los pastos, las praderas, las flores, y los pequeños animalitos habitando entre ellas.

Llegaron a un gran arbol, y el palomo la dejo reposando en un pequeño nido recién abandonado, y le habló.
Le explicó de que su nombre era Noém, y que la habia visto malherida, por eso la había traido a su hogar hasta que se recuperara.
Más Aliviada, Flor (la paloma), decidió recobrar el habla, y le contó su historia.

Noém, un tanto preocupado, le dijo que había escuchado muy pocos casos como el de ella, y que las palomas de esa área donde él vivía, eran más fuertes que su raza, ya que aunque no parecía, tenían que atravesar muchos males, lo que les requería mucha fuerza y valentía, pero iba a hacer el mayor esfuerzo para que se pueda adaptarse y vivir feliz en Talomir, el lugar bello en el que habitaban.

(...)